jueves, 25 de febrero de 2010

Tira de tela.


Adam jugaba con una tira de tela. La retorcía, hasta hacerla desaparecer. Y su mente volaba caprichosa, y pensaba en Eva; en el momento, en el que la vio por primera vez. Aquel momento en que sus rostros se tropezaron, y ella extrovertida, no pudo para de reír, mientras su pelo naranja, la hacia parecer aun mas especial. Soltó la tira, dejándola caer juguetona al suelo, pero cogiéndola al final. Recordó aquel primer cine, con los amigos de los dos, para romper un poco la vergüenza, aunque ella de eso no tenia, y más bien, su amiga estaba para controlarla, de su labia. Caprichoso le hizo un lazo, deshaciéndolo, cuando lo veía imperfecto. Se la encontró en la playa, aquel veintidós de julio, el día de su cumpleaños, ella había cumplido diecisiete; y sin poder evitar una sonrisa, recordó TODO lo que paso .Al final lo dejo caer al suelo, cansado de ver que no siempre era suficiente. Y ella se le volvió a aparecer, esta vez, en el hospital, preguntándole que quien era el, y porque estaba ahí. Se levanto de la cama, y se dirigió hacia el armario, y se decidió por una camiseta negra con una frase, simple. Aquella camiseta, era la que mas le gustaba a Eva, era, la que ella recordaba siempre con risas, y le pedía que se la pusiera; aun recordaba, el accidente en el mcdonald con el ketchup. Fue hacia el aseo, y se miro al espejo, aun llegaba la placa con el nombre de ella, que tantas veces ella le había obligado a quitarse, y que el adoraba, por haber sido de ella. Paso la mano con furia por los frascos de colonia y perfumes. Su fragancia se le hacia presente. Se miro la mano, sin hacerle caso, y se puso a gritar y a llorar.

Todo le recordaba demasiado a ella.

domingo, 21 de febrero de 2010

Acabado y comenzado de nuevo.


Julia lloraba. Derramaba sus lágrimas, por ver todos sus sueños desquebrajándose poco a poco; conforme ella crecía. No comprendía, como en tan poco tiempo, las cosas, podían dar esos vuelcos de trescientos sesenta grados, y comenzar de cero. Por eso, después de aquel accidente de moto, que no solo cambio su vida, si no, también la de Eva, por desgracia... se corto su larga melena rubia.

Ella, sabía todo lo que aquello significa, pero no podía dejar pasar las cosas. Por una vez en su vida, no podía ser la chica fuerte, y firme, que se plantaba delante de las situaciones, como la mismisima Torre Eiffel.

Por eso, agarró unas tijeras, y poco a poco, sus mechones de pelo rubio, se fueron cayendo, al ritmo, del cual también sus lágrimas resbalaban, por sus mejillas. Y después de aquello, salió a la calle.

Como si todo hubiese acabado y comenzado de nuevo.

viernes, 19 de febrero de 2010

Una broma muy pesada del carpichoso destino.

Ella estaba yendo hacía el coche de su madre, despidiéndose sus amigas. Cuando él paso, él en su bicileta negra. Ella clavó su vista en sus ojos; él hizo lo mismo. Por un momento Eva, sintió uan extraña sensación... le conocía de algo, pero de qué.

Adam no pudo creer a sus ojos. El caprichoso destino le estaba gastando una broma, una broma muy pesada. Era ella; era Eva. Su corazón empezó a latir más y más fuerte, como si no tuviera espacio para él en su pecho. La miró con cierta pena, pero a la vez fascinado. Fascinado por su belleza; por sus ojos negros, su pelo naranja....

Eva subio al coche, dejando a aquel extraño atrás. Su madre piso el acelerador, y cuando sus miradas se volvieron a cruzar, sintió ese algo. Miró por la parte trasera del coche, sin recato alguno. ¿Quién era aquel desconocido?

Adam no sigió al coche... aunque lo quiso hacer. Se miró sus manos, impotente. El amor de su vida, estaba yéndose. Y todo por culpa de un maldito accidente; un accidente que le cambió la vida a los dos. Si ella no le hubiese visto, si no hubiese ido a aquella fiesta. No se hubiese besado con Julia, su mejor amiga. No hubiese pasado nada. Ella no hubiese cogido la moto... y lo más importante, no hubiese perdido la memoria.

lunes, 15 de febrero de 2010

Carta de una mujer a su marido.

¿Por qué me has hecho esto? No se suponía que me amabas. Dónde se quedaron los momentos bonitos. Los días en que no podíamos más, y nos reíamos de tonterias. Dónde se quedaron tus palabras ahora. Dónde pusiste tus promesas. Ahora veo que todo son mentiras.

Aún recuerdo las tardes de veranos en los bancos, cuando éramos jóvenes. Esas tantas llamadas de horas interminables. Cartas de amor a escondidas. Besos robados, regalados, dados y recibidos. Las noches de inviernos fríos.

Lo recuerdo todo, en este momento.

Lágrimas derramadas por alegría, por tristeza, por pensar que te perdía, por tenerte a mi lado de vuelta, por amarte, por añorarte, por los momentos juntos felices, y por todos esos dolorosos.

Nuestro primer día en "nuestra" casa. "Nuestra" boda. "Nuestras" promesas. "Nuestras" bromas. "Nuestros" momentos... "NUESTRO" todo.

Ahora te miró a los ojos, inertes. Tú, tú mi único y verdadero amor. Tú, tú mi única y absurda droga... me has llevado a la tumba. Me has matado.

Mientras acabas conmigo, ya, yo en silencio, lo recuerdo todo, y recuerdo las palabras mágicas: "En la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza. Hasta que la muerte nos separé." Pero no sabía que tu ibas a ser mi verdugo.

Nunca me pegaste, nunca me insultaste, nunca hiciste nada malo... ¿por qué me has arrebatado la vida?

Recuérdale a "nuestro" hijo que le amo, como nada en el mundo. A mí madre, que iré a un lugar mejor. A mi hermana, que no lloré. Y a ti... recuérdate, que te ame, hasta el punto de encontrarme muerta, inerte, vulnerable y alejada del mundo, en tus manos, ... para siempre.

Con amor,
Esa persona que lo dio todo, y más por ti.

miércoles, 10 de febrero de 2010

La chica de la larga melena dorada.

Una vespa aceleraba y aceleraba en dirección a la estación de autobuses, ese día iba a volver a verla. A percibir esa sonrisa, que siempre le apoyaba en los malos y buenos momentos. Esos ojos, que llenos de preocupación, la había acogido, cuando más necesitaba apoyo. Aquella persona, que siempre estaba dispuesta a escucharla; aunque supiera, que algún día se dejaría la oreja junto al teléfono. Hoy, Julia, la chica de larga melena dorada, volvía.

Eva, le dio más gas a la moto, haciéndola rugir. Pero quien le iba decir, que en el justo momento en el que fue a acelerar, se encontrase con la mirada de unos ojos azules. Ella giró el cuello, cuando la moto aceleraba para verle mejor; pero ese chico, solo se tapo los oídos al oír el estruendo de la pequeña motocicleta.

Resopló y siguió en dirección a la gran avenida. Paso junto a un autobús negro y miró el interior, esperando encontrarla a ella, y cuando la vio, empezó a tocar la bocina, pero ella llevaba los cascos de su i-pod. Se cruzo con el autobús, y el conductor, de este; le dio con fuerza al claxón. Entonces la chica de pelo rubio, que se encontraba dentro, miró hacía la culpable y sonrió. Aquella chica, la conocía.

Que caprichoso era el destino.

martes, 9 de febrero de 2010

Primer beso.

Ella miró el calendario. Por algún motivo, se dio cuenta de que empezaba a odiar esa fecha. Siempre le había gustado, ver a la gente feliz; viendo como sus padres compartían sonrisas de complicidad. Pero ese año, era diferente.

Recordó todo el año anterior; y entonces una punzada en su pecho le hizo darse cuenta de la realidad: había amado, pero no había sido amada.

Aunque no fuera la primera vez, sintió el dolor con más intensidad. Recordo sus paseos con él, sus risas, sus tardes de películas de miedo, sus pequeñas rabietas, y sobre todo recordó su primer beso con él. Pero por algún motivo, él aún decía que no la quería, que no le amaba. Y eso, era lo que no soportaba de todo aquello.

Subío a la terraza de su casa, pensado en todo lo que había sucedido. Hasta aquel, tonto pero maravilloso primer beso con él. Aun recordaba el sabor a vainilla de sus labios, su colonia extremadamente fuerte, pero fresca, y su mano entrelazada con la suya. Y sobre todo, lo que más recordaba, era la delicadeza con que la había tratado. Simplemente.... único.

-¿POR QUÉ HAY TANTAS PRUEBAS, Y SOLO UNA SOLUCIÓN?- gritó a pleno pulmon, notando sus lágrimas brotar y brotar, sin ella hacer nada para evitarlo.

Y entonces, recordó lo más doloroso. Él, había muerto.

domingo, 7 de febrero de 2010

Y me siento mal.

Y me siento mal.

Ella me había dado la vida, la oportunidad de poder confiar en ella; pero por algún motivo, tenía miedo.

Miedo de hacer que se avergonzará de mi, de que tal vez, ella esperaba a otra persona completamente diferente a mi. Alguien que pudiese confiar ciegamente en ella, como ella lo hacía. Pero, ya es demasiado tarde...

No supo aprovechar el momento, no supo hacer lo correcto; y ahora, como una tonta, más de mil lágrimas caen de mis ojos, por no saber tratarla como ella hace conmigo. Por tener miedo a defraudarla, a equivocarme, a no saber confiar...

A mil cosas, que parecen tontas, pero que aún así, me preocupan más que nada. Porque quiero que ella se sienta querida, como ella hace conmigo. Pero tengo demasiado miedo, como para quererla del mismo modo, que ella me quiere a mi. Y de que no confie en mí... otra vez.

martes, 2 de febrero de 2010

¿Qué puedo hacer?

Admito, que tengo mi lado malo; pero no me puedes negar que en todo eso... hay algo que te gusta. El mínimo movimiento de mi mano, te tiene loca. Mis ojos negros como pozos, hacen que te sientas indefensa y menuda. Y mi voz... simplemente hace que te estremezcas, como si todo se pudiese controlar, como si las palabras que dijese, fuesen verdades como catedrales.

No te voy a negar, que jamás quise ser el malo, que no pensé en enamorarte, ni siquiera, en hacerte feliz. Que quise ordiarte, olvidarte, perderte... simplemente, quería que no existieras; que no tuviera ese estúpido sindrome de abstinencia hacía tí. Que las cosas fueran fáciles.

¿Qué puedo hacer?

Aún intento averiguar, cual es tu nombre, quien eres tú. Porque por algún extraño motivo... aún no te conozco; solo sueño contigo. Eres la salvación en mis pesadillas, el temor de mi tranquilidad. Pero sobre todo, eres... ¿tú?